miércoles, 7 de abril de 2010

Shameless

Este fin de semana, después de acabar el último capítulo de Lost y todos los pendientes que teníamos, no nos decidíamos por qué ver a continuación. La última temporada de Los Soprano era una buena opción, pero precisamente por ser la última da mucho miedo empezarla, porque si la empiezas la acabas, y no queremos acabarla nunca jamás.

Así que casi por casualidad decidimos empezar una serie inglesa que teníamos guardada debido a una recomendación de Casciari en su blog Espoiler llamada Shameless. Empezar una serie nueva la mayoría de las veces da mucha pereza, y los primeros capítulos no suelen gustar lo mismo que el resto, ya que es necesario un proceso de rodaje, de empezar a conocer los personajes y amarlos, de sentir como propias las tramas ajenas.

Pues bien, he de decir que Shameless me encantó desde el primero hasta el último segundo en su primer capítulo. Es una comedia ácida, o un drama con tintes de comedia, o una serie costumbrista británica con puntos cómicos. No sé cómo la describiría mejor, pero lo cierto es que es genial. Hemos visto ya cuatro capítulos, y estamos deseando que llegue el momento de la cena para poder poner el siguiente.

Resumiendo, y para no ser pesada, el guión es de Paul Abbot, ante quien me quito el sombrero. Y la historia está basada en su propia vida, en el seno de una familia marginal con un montón de hermanos donde la madre les ha abandonado y el padre es un borracho que no se preocupa más que de dónde sacará el dinero para emborracharse esa noche (quizás robando a sus propios hijos). Pero está contado de tal forma que te deja con una sonrisa en la boca y esa sensación de que por muy mal que te vayan las cosas, siempre hay cosas buenas por vivir, todo depende de la forma que elijas para tomarte la vida.

A!h, y lo que hace a la serie más genial aún es que es inglesa y destila ese tufillo inglés tan característico y que tanto me gusta. Si queréis saber más, éste es el enlace a Espoiler, donde Hernán lo cuenta mucho mejor que yo.

NOTA: Los subtítulos se hacen imprescindibles, tienen un acento tan cerrado que es imposible entenderles la mayor parte de las conversaciones.

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