miércoles, 3 de marzo de 2010

Libros en la calle

Ayer a eso de las 18:00 cuando iba camino de mi casa vi un montón de libros tirados en el suelo al lado de un contenedor de reciclaje de papel. Me di cuenta porque alrededor de ellos había unas cuantas personas mirando entre los libros para ver si podían aprovechar alguno. Lo cierto es que me pareció mal que el dueño de los libros se deshiciera de ellos de esa manera, yo tengo una pila enorme de libros que voy a desechar (porque seguimos comprando libros nuevos y el espacio en casa es limitado y finito), pero los tengo aparcados esperando encontrar un hueco para llevarlos a una biblioteca o venderlos a una librería de segunda mano. Al menos mi sentido de la responsabilidad para con ellos se sentirá calmado, porque sé que caerán en manos de alguien con ganas, por mínimas que sean, de leerlos.

El caso es que a las 21:00 tuve que bajar a por leche y ahí seguía la pila de libros, mucho más mermada, y con gente todavía alrededor. Esta vez no pude resistirme, y me acerqué. Me resultó muy curioso porque eran libros todos en inglés, de filosofía, psicología y arte. También alguno de diseño y arquitectura. Muchos de ellos ediciones de buena calidad y todos en perfecto estado. Y estamos hablando de los que quedaban a esas horas después de toda la tarde pasando gente y seleccionando los mejores.

Le expresé mi malestar a mi compañera de al lado de búsqueda por el hecho de que el dueño los hubiera dejado tirados en la calle, y ella me contestó que no le parecía nada mal, porque seguro que al final acababan todos aprovechados, y que ella misma se iba a llevar unos cuantos. Y en efecto, más contenta que unas castañuelas se fue al ratito con un montón de libros en los brazos.

Yo me fui animando y también escogí alguno. En esto llegó un chico del Sámur que también se puso a rebuscar y decidió llevarse uno de psicología para "rememorar mis años mozos", según me dijo.

El caso es que a las 21:20 aparecí en casa con la leche y un montón de libros. El pequeño Paco ni siquiera se sorprendió (debo tener comportamientos extraños frecuentemente). Los estuvimos ojeando y nos parecieron libros curiosísimos. En uno de ellos hay un marcapáginas de la universidad de Kent. Otro trata sobre el coleccionismo de casas de muñecas y miniaturas.

Esta noche no ha parado de llover, y me he pasado el día pensando qué habrá pasado con los últimos supervivientes del montón de libros. Me los imagino empapados y siendo recogidos por el camión del reciclaje para ser convertidos nuevamente en papel. O quizá no quedó ninguno y a última hora de la noche cada cual tenía un nuevo dueño.

Éstos son los míos:


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