sábado, 24 de marzo de 2007

Pyongyang



Guy Delisle, autor de cómics nacido en Canadá en 1.966, es el creador del cómic que aparece en la imagen y que es absolutamente genial.

Pyongyang cuenta la historia del propio Guy en Corea del Norte, donde estuvo trabajando un tiempo como supervisor de dibujos animados europeos realizados en esa capital norcoreana (ya sabéis, mano de obra baratísima para repetir hasta la saciedad los dibujitos que luego producen la sensación de movimiento). La historia narra magistralmente lo que es vivir el día a día dentro de uno de los regímenes totalitarios más cerrados del mundo. Está cargada de anécdotas divertidísimas, que ponen el contrapunto al horror de la dictadura.
Guy Delisle es divertido, inteligente, riguroso periodísticamente, capaz de transmitir la perplejidad que sentiría un occidental allí y a la vez absolutamente irónico (adoro la ironía). Vamos, que es genial (nos os preocupéis por mi relación de pareja, Paco pequeño conoce mi opinión y la comparte).
Para terminar, os contaré para poneos la miel en los labios que cuando Guy llega a Pyongyang lleva consigo un ejemplar de 1.984 de Orwell*, que le regala a su intérprete allí para que lo lea. A mitad del cómic le pregunta al intérprete si le ha gustado el libro y el pobre hombre temblando como un flan le contesta que no le gusta la ciencia ficción.

* Para los de memoria de pez como yo, os recuerdo que 1.984 hace una descripción analítica de los regímenes totalitarios con un final desolador. Os anexo la página de la Wikipedia.
http://es.wikipedia.org/wiki/Mil_novecientos_ochenta_y_cuatro

1 comentarios:

Cipriano dijo...

Me adhiero al comentario y lo confirmo. Normalmente yo le doy mucha importancia al dibujo en un cómic, de hecho muchas veces me los compro sólo si veo que me gustan los dibujos (luego me llevo muchos chascos con los guiones, pero eso es otra historia), y este es un cómic que yo nunca me hubiera comprado al ojearlo y ver sus dibujos. Por suerte patito de goma me lo prestó y disfruté como un enano. No es que los dibujos sean malos, son simples pero efectivos, aunque lo mejor de cómic sin duda está en la marcianez (con acento en la e) de los comportamientos de los coreanos sometidos a un régimen tan estricto, y el hecho de que todo lo que cuenta sean anécdotas verídicas del autor.
Muy recomendable, y el otro volumen, “Shenzhen”, sobre su viaje a china también.